Aunque a día de hoy se encuentra sin excavar las estructuras defensivas son muy reconocibles a simple vista, por lo que se recomienda la visita para aquellas personas que quieran dar un paseo por la naturaleza y ver el emplazamiento y forma de un castro tal como lo encontramos antes de las intervenciones arqueológicas.
Por el lugar donde se encuentra, controlando un pequeño valle, sobre una elevación pero de pequeña altura, seguramente se trate de un castro del Ferro II. Sería previsible encontrar en él construcciones hechas en piedra , contrastando con la ubicación y cabañas perecederas que podemos encontrar en el castro de Penalba (que se correspondería con el Ferro I).
El camino que conduce a él discurre por la actual aldea de Praderrei, y su último tramo es una congostra empedrada a la manera tradicional, en la que aún podemos ver las huellas de las ruedas de los carros que recorrieron estos caminos durante siglos.
Tiene una pequeña croa en su interior, formada por una surgencia de granito, pero lo que más destaca son sus defensas.
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